El día que Joe Louis noqueó a Adolf Hitler

El deporte fue y es utilizado como un instrumento político. Como esta práctica es una de las más relevantes en cuanto a la unión de personas y es un ejemplo para muchos, fue manipulado para la conveniencia de quienes estaban en el poder de turno.

Adolf Hitler, el nefasto represor de la Alemania nazi, se aprovechó de un boxeador durante su período al mando de la potencia europea para seguir llevando adelante su máxima de la raza aria aunque el boxeo le dio la espalda. Sigue leyendo la IMPACTANTE historia.

Hitler se calzó los guantes de boxeo

Corría el año 1936 y el nazismo tomaba protagonismo en Europa de la mano del dictador austríaco Adolf Hitler. El objetivo momentáneo del líder del movimiento revolucionario no era continuar con su expansión territorial sino involucrarse en el deporte y específicamente, el boxeo.

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La obsesión de Hitler

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Aquel año se llevó a cabo los Juegos Olímpicos de Berlín, que fue uno de los eventos más tristes en la historia. Bajo el regimiento nacional socialista, Alemania se quedó con el medallero pero Hitler fue por más y le apuntó a Joe Louis, un boxeador estadounidense de piel oscura.

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La ideología aplicada al boxeo

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La idea de Hitler era poder tumbar al púgil Louis que tenía un récord de 12 victorias seguidas por nocauts y había derribado a ex campeones del mundo como el estadounidense Max Baer o al español Paulino Uzcudun. La razón para hacerlo era simple, que una persona de piel negra no podía ser el mejor deportista, sino alguien ario.

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¿Quién era Joe Louis?

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Joe Louis era una potencia boxística y el sucesor de Jack Johnson. Louis fue campeón mundial de peso pesado durante once años y 8 meses. Era considerado como "la esperanza pugilística de los negros". Los planes del estadounidense se desbarataron cuando irrumpió un alemán, pero que no sería Hitler.

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Schmeling vence a Louis

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En junio de 1936 y en el estadio de los Yankees, Joe Louis cayó derrotado a manos de Max Schmeling. El alemán de 1.85 metros acabó con el reinado del norte americano y captó la atención del líder nazi quien convocó a su principal ministro Joseph Goebbels para sacar provecho del hecho.

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Los planes de Hitler y Goebbels

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La idea del autoritario era la de plasmar la victoria de Schmeling como la victoria de la raza aria por sobre las demás, que fue la idea primordial del austríaco durante todo su mandato en el poder. El evento boxístico encajaba perfecto en el modelo que pregonaba, un alemán había vencido a un norteamericano negro y lo había desplazado del trono.

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Schmeling fue recibido por Hitler

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Días después de haberse convertido en el campeón, Max Schmeling fue recibido con honores en la Alemania nazi. Tributos militares, desfiles, y discursos discriminatorios para seguir imponiendo su ideal de superioridad fueron dados en la llegada del boxeador. El púgil, años después, señaló que no estuvo de acuerdo con toda esa movilización y de hecho ayudó a varios judíos para huir de Alemania.

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Braddock vence a Schmeling

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A pesar de haber derrotado a Joe Louis, Schmeling no pudo alzarse con el título de campeón mundial de todos los pesos porque James Braddock se interpuso en su camino. Con la idea de seguir utilizando el boxeo como propaganda, el propio Goebbels invitó a Braddock a Alemania para congeniar una pelea contra Schmeling pero este se negó.

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Al Capone interfiere en la pelea

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La negación de Braddock tenía su razón en otro personaje relevante en la historia, en el mafioso Al Capone. Mientras Scarface cumplía una condena por evasión de impuestos en la cárcel de Alcatraz, intimó al representante de Braddock para que no se dirigiera bajo ninguna circunstancia a boxear con Schmeling. El manager, Joe Gould siguió al pie de la letra las indicaciones de Al Capone, de hecho estuvo de acuerdo con ello porque él era judío y odiaba al nazismo.

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A la caza de Braddock

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A pesar de la negativa, el líder del Tercer Reich no se daría por vencido y le ordenó a su mano derecha Goebbels pagarle lo que fuera necesario al estadounidense para conseguir el combate por el campeonato mundial de Peso Pesado en Berlín. Para lograrlo, envió espías de la militancia nazi a Nueva York para seguir constantemente al representante Joe Gould.

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El operativo seducción

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El trabajo de espionaje le resultó muy beneficioso a Goebbels y Hitler ya que descubrieron que el apoderado era judío y por ende no podría entrar en suelo alemán por la prohibición del Fuhrer. Entonces, saltearon al intermediario y le ofrecieron un dineral irrechazable para le época de 200 mil dólares limpios al púgil para que hiciera las valijas y se dirigiera a Alemania.

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Braddock no pelearía con Schmeling

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Braddock tan difícil de vencer como dentro del cuadrilátero se negó nuevamente. El propio Max Schmeling viajó a los Estados Unidos para convencerlo pero sin lograr cambiar el veredicto de quien no sería su rival. La respuesta del campeón y de su representante era clara, no le darían una chance al alemán y menos si éste era respaldado por el movimiento nazi.

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Reaparece Joe Louis

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Ante la pelea frustrada, quien apareció nuevamente en escena fue Joe Louis. El bombardero de Detroit consiguió arreglar un combate con Braddock y de esta manera dejar de lado a Schmeling. El evento se dio pero bajo dos condiciones que impuso el defensor de la corona. La primera era que en caso de que Louis venza, éste debería abonarle el 10% de sus futuras ganancias a él y a su manager. Y la segunda, debería defenderla ante Max Schmeling.

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Louis vence a Braddock y va por Schmeling

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El 22 de junio de 1937, Joe Louis noqueó en el octavo round al campeón Jimmy Braddock en el Madison Square Garden de Nueva York y se convirtió en el mejor púgil del momento. Instantes después de la victoria, en conferencia de prensa Louis expresó: "Yo me sentiré campeón del mundo de verdad, cuando le gane al alemán Max Schmeling".

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El contexto de la pelea

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Los dos boxeadores se vieron las caras en medio de un mundo convulsionado y de una Segunda Guerra Mundial que se avecinaba entre los aliados (Estados Unidos, China, Gran Bretaña) y el eje (Alemania, Italia, Japón). El campeón norteamericano negro tenía una nueva chance, como la desperdiciada en 1936, contra el alemán "apadrinado" por Hitler.

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Los preparativos de Hitler

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El hecho iba a ser un combate inolvidable y es por ello que Hitler montó toda una sala de Estar del Palacio de la Cancillería para observar lo que sería una gran fiesta y un festejo. No por el hecho del combate en sí, sino porque su raza aria y la invencible Alemania daría otra muestra de poderío al mundo.

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Pendientes de la radio

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Junto a Goebbels y cientos de invitados, Hitler vivió el combate del siglo. La transmisión radial era tomada desde le embajada alemana en Washington y desde allí retransmitida al búnker. Además, diez agentes militares estaban presentes en el estadio de los Yankees para describir lo que sucediera y proteger a Max Schmeling y los intereses de Hitler.

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¿Un simple combate?

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Las 60 mil personas que se hicieron presentes a la pelea no eran más que fanáticos del boxeo y no tenían relevancia política ni veían en el combate una lucha de poder más allá de lo deportivo. A miles de kilómetros de allí, Hitler y toda su fiesta montada en Alemania opinaba diferente.

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Joe Louis derrota a Schmeling

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Un gancho en el primer round dejó a Schmeling en la lona y decretó la victoria de Joe Louis. La caída no sólo significaba una derrota deportiva sino un golpe a las aspiraciones de Hitler. El nuevo campeón cumplió con su palabra con Braddock, le abonó el 10% de todas sus ganancias por 12 años. Pero lo más importante de Joe Louis no era que había noqueado a Schmeling sino que aquella noche pudo contra Adolf Hitler.

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El reencuentro años después

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Los dos protagonistas de una de las peleas de boxeo con más peso político de la historia se encontraron años después y forjaron una amistad a pesar de ser rivales deportivos años antes. Cuando Louis falleció en 1981, fue Schmeling quien pagó por el funeral y llevó una de las manijas del féretro.